miércoles, 17 de octubre de 2007

El caserio de Igartubeiti

Noa


Los planes siempre se revuelven y nos sorprenden de alguna manera. El viernes nos fuimos con unos amigos, a Guipúzcoa hacia el valle del Goierri, en esa zona se encuentra el “Caserio de Igatubeiti”, un lugar con aire de pasado, en el que te da la sensación de haber viajado en el tiempo.

Se trata de un caserío lagar, construido a mediados del siglo XVI, y ampliado en el siglo XVII porque siempre ha habido que adaptarse a los requerimientos que los tiempos y la vida iba trayendo. Su estructura en madera y la presencia de un increíble lagar de sidra en el interior, dicen, hacen de él uno de los caseríos más interesantes del País Vasco. Se rehabilitó hace un par de años y se conservan todas las dependencias tal y como eran en los antiguos caseríos, así mobiliario, útiles, herramientas rezuman tiempos ya pasados. Su interior se convierte, por tanto, en museo “antropológico”, en el que de una manera cercana e "in situ" se puede experimentar cómo era el caserío vasco hace cuatro siglo, con su iluminación, mobiliario, y herramientas originales, incluso sus aromas y olores…

Todo el espacio desprende el olor de la manzana prensada, de la hierba y de las pieles puestas a secar, del humo, del grano guardado en los arcones. En el piso de abajo, el fuego de la cocina mantiene caliente las estancias contiguas, son las habitaciones, en las que descansan las camas provistas con somieres de cuerdas, colchones de lana y sobre ellas algunas ropas de lino… un poco más allá se distribuyen las cuadras, los útiles del campo… De arriba provienen ruidos del crujido del piso de madera, también suena el sistema de la viga del lagar al ponerse en marcha…

En el Caserío, una vez al año ponen en funcionamiento el antiguo lagar y hacen sidra. Este fin de semana era la cita anual, durante más o menos una hora, gente de los pueblos vecinos, vestida de la manera tradicional explicaba el procedimiento de elaboración, las herramientas… y a la vez iban realizando la demostración práctica… Al ritmo de los golpes al aplastar las manzanas pronto se sumó una siringa y poco después las voces de los trabajadores, de repente, de forma espontánea los niños asistentes comenzaron seguirles en la canción… emocionante ver como esos niños se sentían identificados con esa música, absolutamente vinculados a una tradición anterior, del campo, de las canciones populares… fue una sorpresa… igual que la de habernos quedado al día siguiente tirados sin embrague, es decir, sin coche… y con lo que eso conlleva grúa, taxi… Y es que es lo que tienen las sorpresas, las hay de todo tipo.

Historia del caserío
El Caserío en Guipuzkoa.net
Noticia sobre la semana de la sidra

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